♥ ♥ ♥
"El ayer es pasado. El mañana es misterio. El hoy es un regalo. Por eso lo llaman presente"

Tú sabes mi nombre, pero no sabes mi historia....
Bienvenidos a mi corazón, mis sentimientos, por favor, no desordenéis nada

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Libro Lagrimas Poderosas

Este es el libro que estoy escribiendo, espero que os guste!!



La ausencia del deseo de vivir
no basta para tener deseos de morir.


Michel   Hollebecq












Colores de las auras:




Rojo: Energía, fuerza, ira, sexualidad, pasión, peligro, arrogancia.

Naranja: Autocontrol, ambición, coraje, consideración, falta de voluntad, apatía

Amarillo: Optimismo, felicidad, intelectualidad, amistad, indecisión, fácil manipulación.

Verde: Paz, sanación, compasión, falta de honestidad, celos

Azul: Espiritualidad, lealtad, creatividad, comprensión, sensibilidad, melancolía

Violeta: Elevada espiritualidad, sabiduría, intuición

Índigo: Benevolencia, intuición elevada, búsqueda

Rosa: Amor, sinceridad, amistad

Gris: Depresión, tristeza, agotamiento, baja energía, esceptimismo

Marrón: Avaricia, egoísmo, testarudez

Negro: Falta de energía, enfermedad, muerte inminente

Blanco: Equilibrio perfecto


Alyson  Noël



















PRÓLOGO


WYOMING (EE.UU.)


NOVIEMBRE







Era  un día muy lluvioso.  Las ramas de los espinos chocaban contra las ventanas una y otra vez.  Crac Crac.  Jorge estaba solo en la casa, viendo la lluvia.  Intentaba leer el cómic, o, al menos, ver los dibujos del mismo. Le era imposible doblar ni una sola página.  Con ese barullo, no podía prestar atención.
Pensando en su madre, en su padre, en su hermana pequeña que tenía cuatro años. Llamada... llamada... I...
Jorge estaba demasiado ensimismado como para recordarlo.  El teléfono sonó con estridencia.  Estaba demasiado pensativo, demasiado cansado para contestar. Sus padres no volvían. Jorge se sentía solo. Fue a coger el teléfono y sonó una voz ronca y lúgubre tras él:

-Me voy a ahorrar los buenos modales. Aprovechando que estás solo, ¿cuánto tiempo crees que vas a tardar en ir a la frábrica abandonada? No tengo mucho tiempo.

-Media hora.-colgó.

De repente vio demasiado movimiento en la calle, ya que ésta estaba desierta.  Sin pensarlo dos veces, Jorge se puso la cazadora de cuero negro, sus botas de motoristas negras de GQ.  No iba a montar en moto, pero, hacía tanto frío, que no se pudo negar.  Salió afuera, a la calle, hacía mucho helor, pero iba a aguantar.

No podía ver con claridad qué se ocultaba tras la neblina que encapotaba toda la atmósfera.
Él sabía que había alguien ahí, se lo decía su intuición. Y ella casi nunca fallaba. Era extraño.
Para empezar, su mente le decía que saliera corriendo, pero que no vayáse a la casa, ni a la fábrica abandonada, porque la persona camuflada iba a ir en su búsqueda.  Huir, le gritaba la mente, huir. Pero, por otra parte, su corazón le decía que tenía que quedarse, enfrentarse a ello, porque, si aquella persona no iba a por él, iba a ir a por su hermana... I.... era increíble. Él no recordaba el nombre de su hermana pequeña. Sabía que empezaba por I. I... Se llevaban bastantes años, como, cerca de trece años.  Jorge sabía que después vendría otra hermanita, a la que querría más que a la que tiene ahora.  Pero él pensaba que eso era imposible. Porque, ahora mismo, no quería no quería a nada más que a su hermana I... como se llamase. pero Jorge no sabía que, desgraciadamente, la siguiente hermana, iba a sufrir bastante.  Aunque él nunca escuchara eso. Siempre lo ignoraba.
Pero, la tenía que proteger. La quería demasiado. 
Ahora, Jorge, sin saber cómo, estaba tirado en el suelo, pero, sin embargo, no había notado nada, ni un ligero empujón.  Se tocó el brazo y estaba manchado de un líquido rojo. Sangre.  Se intentó levantar, y lo consiguió.
Le dolía mucho el brazo, cada vez le sangraba más. Tenía una hemorragia.

-¿Quién anda ahí?-preguntó Jorge con una mirada suspicaz.  Él no sabía nada de criaturas sobrenaturales. Ni la menor idea. No se podría imaginar quien le había hecho eso.
Sonaron carcajadas, repitiéndose en la mente de Jorge una y otra vez.  Sin parar. 
Se volvió a caer al suelo, con el brazo sujetando al herido.  El otro brazo estaba sangrando también.  No se lo explicaba. No podía ver nada. Si al menos pudiera ver algo, por pequeño que fuese, le serviría.  Cometió el mayor error de su vida: Caminó hacia adelante, haciendo como si no hubiese pasado nada.  La persona que le había hecho eso en los dos brazos, estaba justo delante de Jorge, pero él estaba tan terriblemente cansado, que, por más que quisiera, no veía nada.  La persona sacó la pistola, la recargó, pero, aquélla persona lo quería matar poco a poco, quería disfrutar del dolor de Jorge. Lo quería ver cuanto antes muerto. Pero había que ser cauteloso. No se podía permitir que lo descubriesen. Sobretodo cuando el destino iba a unir al lobo con la oveja.  Jorge siguió caminando. El asesino no podía esperar a matarlo de una vez por todas.
Lo llamó por su propio nombre, y, lo maldijo varias veces. El asesino era un Nefilim, (criaturas mitológicas que descienden de vampiros y en la luna llena poseen a los humanos y los transforman como tal, o los matan) pero, en vez de convertir a Jorge en un vampiro, lo iba a matar directamente. Porque Jorge no era humano, no podía poseer su cuerpo, y el asesino no quería dejar a Jorge con vida, aunque su corazón no palpitara (los corazones de los vampiros no palpitan). No aguantaba más. Alzó la pistola, -el revólver- hacia Jorge, la volvió a recargar, y disparó.

Jorge lo último que vio fue que la neblina se desvanecía dejando al descubierto un rostro con una pistola en mano...






  Continuará....



CAPÍTULO


I


Nueva York

Septiembre

En la actualidad









Estaba  bastante triste. Me iba a vivir una larga temporada  con mi padre a su casa, en Washington, en un pequeño y lluvioso pueblo llamado Olympic.  Extrañaría el sol,  el sol de Nueva YorkYork.  Mi madre no viajaba ni conmigo. No le gustan nada los aviones.
Desde hace un año, nunca la había visto tan feliz. Desde que está con el economista, Jaime, está muchísimo más centrada en su vida y en la vida de los demás.
Cuando fue el preimer mes de divorcio, ella decía que no se iba a fijar en otro hombre. Pero, no siempre es lo que se dice. A Jaime, lo conoció por internet.  Por una página web llamada eDarling.es. A mí nunca me han gustado ese tipo de citas.  No las aguanto. ¿Y si de repente has quedado en salir con alguien loco o mal de la cabeza? Mejor no arriesgarse.  Andrea tampoco soportaba esas páginas web.  Pero la gente cambia. Esa dichosa página web se la recomendó una amiga suya. Ella le hizo caso. Andrea es muy ingenua.
Mi relación con mi padre no es que sea muy buena. Mi madre no era la única que ponía pegas para que no fuese a Washington. También, disimuladamente, las ponía yo.  La relación con él, no va más allá de padre e hija.  Él me pincha, yo me enfado, él se enfada. Y así el ciclo. Buena, lo que se dice buena, no es. Ni por asomo. Pero, ha llegado el momento en que me he hecho mayor, y quisiera o no, tendría que hacer esto. Por buenas, o malas. Muy sencillo, ¿eh?  A veces me pregunto porqué me meto en tantos líos  y porqué mi vida no podría ser normal.  No cuesta tanto ese deseo.
Salí por la puerta dando casi un portazo. Tenía que coger el bus, ya que no aseguraba ningún coche ni nada. El bus tardío un montón hasta que llegó a la parada, pero, al fin y al cabo, me llevaba al aeropuerto.
Cuando ya llegué a mi destino,  había una muchedumbre en la que casi ni se podía caminar.
De Nueva York a Washington se tardaba como máximo una o dos horas, aunque no lo sé exactamente...
Me saqué el pasaporte por internet, esperando tenerlo  en la bolsa de lona que llevaba en la mano.

Una vez ya en el avión, la gente parecía bastante agradable, al menos desde mi punto de vista.  Como era un vuelo "largo" para mí (yo soy muy rara con los vuelos) e iba a anochecer, decidí dormirme, sería lo mejor. 
Una vez más, soñé con ese rostro perfecto, en los aue aparecía casi siempre, y normalmente los enbargaba de amor.  (El rostro era el de un chico, que quede claro)  Sentía, como si aquella persona estuviera a mi lado en el otro asiento, pero no me apetecía abrir los ojos.  Quería seguir conciliando el sueño sin ningún obstáculo.  Sentí que la azafata me iba a preguntar si deseaba un refresco, comida, una manta o la misma almohada, pero me vio tan concentrada en el sueño, que decidió no molestarme. Me parece que no quería ninguna discusión con el jefe. A veces me sorprendía que no me despertase o que tampoco chillara, siempre que me despierto de cualquier sueño (bueno o malo) normalmente chillaba, ni yo misma sabía la razón.


Me pegué un gran susto cuando una azafata por el micrófono dijo:
-Atención,  señores pasajeros. Vamos a aterrizar. Es acosenjable que se pongan en el cinturón, si no quieren tener ninguna desgracia en su vida. Por favor, póngase el cinturón. Gracias por haber confiado en nosotros al coger este avión como tipo de transporte.

Me parece que esa azafata era la única desagradable en el viaje. Menos mal que antes no me había dado cuenta de su presencia.  Cuando estábamos aterrizando, sentí un poco de adrenalina, no era la primera vez que viajaba en avión, pero no se me había quitado la costumbre.  Mientras aterrizábamos, pensaba cómo le iba a dar la bienvenida a mi padre.  Aún tenía que guardar su secretito: era un detective. Pero supuse que por eso no me iba a prestar menos atención.  Estaba contemplando el asiento de delante de mí.  Era del color como los demás:  era de color beige con rayas azules a los laterales, y también estaba en zona de turista, no me podía permitir el lujo de estar en zona preferente. Aunque me encantaría, quien no.  Se me estaba pasando por la cabeza preguntarle al pasajero de delante algo, cualquier cosa pero me daba corte.
Al final, me ateví a preguntarle algo que se me pasara por la cabeza:
-Disculpe, ¿sabe donde se encuentra el aeropuerto de destino a Washington?-Sabía que no era una pregunta coherente, pero fue lo  único que se me acurrió.
-Lo siento, señorita-dijo dándose la vuelta disulpándose-tampoco lo sé.
Me quedé inmovilizada, sorprendida, boquiabierta.  ¡Era el rostro que aparecía cada noche en mis sueños!
Seguro que estaba delirando, pero era tan real... Su voz era tan aterciopelada y suave como nunca me lo pudiera imaginar.  De repente un escalofrío recorrió mi espalda hasta convertirse en un sudor frío insoportable.   Intenté contener las lágrimas que pedían ansiosamente salir de mis ojos, que se me salían de las órbitas.  No sería muy discreto que le preguntase el nombre, ya que, por muschos sueños que tuviera, no sabía el nombre del protagonista de éstos. Sentí que me iba a desmayar, pero hice un esfuerzo por no hacerlo.  Cuando me quise dar cuenta, ya habíamos aterrizado.  Cogí mis maletas y salí pitando del sitio. No era normal en mí ser tan rápida,  ya que, desde hace unos pocos años, he perdido la costumbre de hacer ejercicio, aunque a veces volleyball.  A lo que voy: que, he perdido velocidad, pero, me conservo bastante bien. Soy alta y delgada. Exactamente ni gorda ni en los huesos.
Mi padre me esperaba de pie en la puerta de la salida del aeropuerto.  Mientras le miraba el rostro, examinaba la sonrisa de oreja a oreja  que se desplazaba lentamente por sus labios rosados. Ojalá mi rostro lo tuviera así de bronceado como Ignacio, mi padre.  Yo tengo la piel pálida, como la pared.  Me resultaba muy difícil ponerme morena en verano. Casi no puede dar el sol. Y, cuando me da, puede llegar hasta a quemarme de lo blanca que soy. La mayoría de las veces tengo estado de "zombi".  Como si viviera en un planeta a su bola desconcertante y en su fantasía.  
Cada vez me acercaba más a mi padre, que embaragaba un rostro impaciente, como si le hubiera surgido algo bastante malo, como si tuviera que darme un beso de bienvenida y ¡¡HALA!! y a marcharse porque tiene que resolver casos más importantes que ver a su hija que no la ve desde hace más de dos años. Pero yo sabía perfectamente que no iba a ser asi, desgraciadamente.
-Hola, Igna... Hola, papá, ¿qué tal? 
Eso fue todo lo que le supe decir. Menuda metedura de pata... casi le llamo por su propio nombre, pero di gracias a que no lo había terminado... sabiendo cómo se ponía...
-Hola, Elena, ¿tienes ilusión?
Fue una pregunta difícil de contestar, pero coherente, ya que no quería herir sus sentimientos.
Tenía el rostro inescrutable, esperando una respuesta, aún más impaciente que antes.
El silencio ya empezaba a hacerse embarazoso.
-Sabes, no hace falta que me contestes, es difícil, por supuesto que lo sé.
Sinceramente, no sabía de qué me estaba hablando, pero de repente caigo en la cuenta de a qué se refería: A él también  le costaba expresar sus sentimientos. Así que por ese motivo Igancio no podía  exigir los sentimientos de los demás.  Cada vez mi padre tenía la yugular más tensa, como si le fuera a explotar una de sus arterias...
-Te ha crecido el pelo desde la última vez y has pegado un estirón.
-Bueno, la última vez que me vistes fue hace dos años y medio, cuando acababa de cumplir 14 años.
-¿Qué tal si nos vamos a casa?-dijo con un tono diferente al que suele utilizar-Nos están empezando a mirar.
La verdad, a mí me daba igual si nos miraban, como si se reían.
Puse una cara con rictus. A él le debió de fastidiar un poco...

Cuando me monté en su coche, la carretera estaba vacía, y el cielo lleno de niebla. Me debería de acostumbrar...  Divisé el horizonte, con más interés del que esperaba.
El equipaje que se hallaba en la parte de atrás del coche, se cayó eln libro que me estaba leyendo, Hush Hush 2 Crescendo.   La parte que me estaba leyendo me asombró porque me gustó el relato en el que Nora  se enfada un montón cuando su novio Patch porque había llevado a  Marcie Millar la archienemiga de Nora a su casa,  y ésta explotó de celos.  Y también cuando Nora va a la casa abandonada para buscar rastros de su padre difunto, y al parecer el asesino es alguien que no te lo esperas....
Esperaba que la siguiente entrega estuviara tan emocionante como ésta. Pero no sale hasta dentro de un año. Me asombraba a mí misma, porque nunca había sido fan d los libros, hasta ahora.
-¿Te estás leyendo un libro?-me preguntó Ignacio con un poco de risa, no se lo creía,  pero no le culpo, yo tampoco me lo creo.  Asentí con la cabeza.  Un poco molesta porque había interrumpido mis pensamientos.
-Mmmmmm.... exactamente..... -No sabía qué decirle.
-Sí se supone. Ya que nunca he sido lo que se dice "buena lectora" -reconocí que me he pasado con el tono de sarcasmo, pero no lo he podido evitar.
-¿Papá,  a cuantos kilómetros está la Península Olympic? Si bien lo recuerdo, se tardaba mucho menos del aeropuerto a Olympic. 
-Tardaremos sobre unos quince minutos más. Tenemos que coger una desviación, están haciendo obras.
Con que el tema se basaba en als malditas obras, ¿eh?  Bueno, podría esperar, si era lo suficientemente paciente como me creía.
El claro verde que continuaba, antes del bosque que lo seguía, sentía como si el crepúsculo del día,  huyera despavorido hacia la penumbra del bosque y desaparecía.
Para no vovler jamás.
















CAPÍTULO

II

OLYMPIC





Al fin llegamos a la casa,situada en frente del oscuro bosque. La verdad me parece que descubrí la diferencia entre Nueva York y Olympic:
Nueva York era embriagador,te atrae,te parece atractivo....y el estado de Washington era muy verde,natural, y muchas cosas más,todas diferentes. Estas eran mis diferencias según desde mi punto de vista. Anque, no es que fueran muchas.
-Desabróchate el cinturón,cielo, llegamos,tengo “invitados” y un regalo que darte,tanto uno como otro son muy especiales....espero que te gusten. -me dice Ignacio.
-Papá,no te habrás gastado dinero en comprarme nada de bienvenida,¿verdad?
-dije con bastante fastidio.
Me daba muchísima rabia que se gastase el dinero en cosas estúpidas,pero si eran tan especiales como él decía, pues no tenía escusa. El motor se apagó,haciendo un estrépito que me retumbo los oídos. Salí concentrada en lo que me había dicho, preguntándome qué serían los malditos regalos.... mi padre no contestó a mi pregunta, haciéndome sentir como una estúpida. Saqué del asiento de atrás mis equipajes,la verdad es que no eran tantos como me imaginaba,pero al fin y al cabo eran equipajes. “Sentí” que había más de un “invitado” en la casa.
-¿Te acuerdas de la familia Harleschester?
No sabía qué contestarle,siendo sincera, la verdad es que no.
-Papá,¿hace cuánto tiempo?
-Me parece que hace mucho más de seis años. Me estás intentando decir que no te acuerdas.
-Pues la verdad,no me acuerdo.
-Bueno,no pasa nada, ellos sí que se acuerdan de ti, y mucho,más de lo que te imaginas. Cada segundo piensan en ti,cada minuto,en la vida has sido invisible para ellos,en la vida.
-¿Puedes parar?,sí para de machacarme. -Me mira con ojos sorprendidos-No me mires con esa cara de ¿que he hecho?papá,un poquito de consideración.-dije,más enfadada que antes. Me parece que no sabía a qué me refería,puede que fuese muy listo para ser un detective,pero para otras cosas....me ponía enferma,y luego me llamaba tiquismiquis.
-Lo siento me dejo llevar por la verdad,duele mucho que no te acuerdes de unas personas que cada día te pregunta si has estado bien. Duele,yo,desgraciadamente,lo he vivido.
-Abre de una vez la puerta. Tuve una pérdida de conocimiento, de milagro me acordé de mamá y de ti. Todo lo demás lo tengo borroso. Todo por la estúpida amnesia.
Cuando abrió la puerta,todo estaba como la última vez que vine,hace más de dos años. Arrastré las maletas hasta entrar en la sala de estar. Subí precipitadamente las escaleras,para ver si había algún cambio en mi habitación. Una vez allí,en aquel sitio,que aún,aunque parecía increíble,conservaba mi aroma. El de eucalipto. El único cambio que había era que mi padre cambió la colcha de la cama,(antes era de princesas) por una de una chica de dieciséis años.
-Todo está igual que antes,todo lo que ha sido y es tuyo,ha estado intocable. Igual que las cosas de tu madre. Antes de marcharse.
-¿Por qué no has cambiado nada de la habitación?
Me limité a decir con bastante curiosidad y cortesía. Sobre todo lo de mi madre. Me pregunté si aún sentía algo por Andrea. Lo dudaba.
-¿Por qué las cosas de Andrea están intocables? Y me permito agregar inmóviles. Por favor limítate a contestarme.

Por favor que me conteste por favor que me conteste- pensé-y sobre todo que me conteste con la verdad. Con la verdad . Con la verdad. Que no me mienta.
-Bueno,no sé si debería contestarte a esa pregunta,pero no siento nada por Andrea,y espero no sentirlo nunca más. Estoy feliz de que ella esté contenta con el economista, pero no siento nada. Y tu habitación,ha estado intocable,porque no quería que nada cambiase,que estuviera aún tu aroma,lo quería disfrutar cada día antes de marcharme al trabajo.
Pasó un largo silencio hasta que me di cuenta de que me tenía que dar los “regalos”.
-¿ No vamos a bajar? Dijiste que había personas... Invitados muy importantes...
No pude terminar la frase,me interrumpí.
-A,claro,vamos. Deben estar impacientes.

Abajo no había nadie,seguramente escondiéndose de que no les viera porque era una “sorpresita”...
-Elena,aquí está la familia Harleschester.
Detrás de él,salieron un joven y su padre. El joven era alto,me parece que puede que alcanzara el metro ochenta,ya que le sacaba a su padre,al mío y a mí,una palma de alto bastante grande...el pelo lo tenía corto,pero a punto de coger la melena. Su tez era blanca, pero más colorada que la mía. Un contraste bastante raro con mi tez pálida, y fría.  En cambio su tez era blanca y sonrosada. El cabello era marrón muy oscuro,con flequillo a un lado,bastante moderno. Era muy lacio. Poseía unos ojos oscuros preciosos, ojalá yo tuviese los ojos oscuros.
El padre era,por decirlo en una frase,nada que ver con el mío...pero nada que ver.
Era bajito, y con poco  de sobrepeso. Él también era blanco sonrosado,que era en lo que se parecía un poco en su hijo.
-Hola soy Álex- dijo el chico alto,dirigiéndose a mí,obviamente.
Sin pensarlo,alargó la mano para que se la estrechara,yo obedientemente se la cogí.
-Este es mi padre Javier. Has cambiado mucho,desde que te vi cuando tenías nueve años. Cuando viniste a ver a tu padre hace más de dos años,estábamos de vacaciones visitando a la familia,del norte de Washington,y no te pudimos ver,fue una verdadera pena,pues han pasado más de seis años.
-Bueno hijo no la agobies. Seguro que no se acuerda mucho de nosotros,no la abrumes con los años que han pasado. -dice Javier con una sonrisa ensanchada, mostrando una hilera de perlas blancas.
Dijo Javier con una sonrisa ensanchada. En un pequeño rincón de mi cabeza, se estaba maquinando un gran aprecio a Javier,la verdad no sabía por qué,pero el quid de la cuestión era que se estaba maquinando. Le di gracias en mis pensamientos,porque me salvó de oír toda una historia de personas completamente borradas de mi mente. Álex parecía ser muy majo,(yo no digo que no lo fuera) no le puedo juzgar por ser tan charlatán,que a lo mejor no lo era.
-Eh...vamos,sentáos en el sofá. Estaremos más cómodosque aquí de pie.-dijo mi padre animadamente poniéndome la mano en mi hombro.
-Vamos,si queréis os pongo emparedados,que hija,no has comido nada en el viaje,estarás muy hambrienta.
Yo tan sencilla que era, no le respondí,teniendo en cuenta que tenía el estómago cerrado. Me senté en una esquina muy apartada a la derecha del sofá,ya que siempre ha sido mi lugar favorito. Mientras Ignacio
iba a la cocina,estuve pensando en los sueños que cada noche tenía con el rostro. Quería recordar cómo me sentía cuando viajé en el avión,sintiéndome en que él estaba en el otro asiento. Fui tan estúpida. ¿Por qué no me desperté para ver si estaba? Me arrepentía un montón. Aunque una parte pequeña de mi corazón me decía
que no me preocupase,que todo,todas mis cuestiones,iban a llegar a su conclusión,
a su solución. Absolutamente todo.
Pasaron breves segundos hasta que Ignacio volvió. Como él dijo,iba a traer unos emparedados,pero la verdad,si él decía que tenía hambre,me apetecía algo dulce,casi siempre me daban bajones de debilidad. Ya que padecía leucemia.
-Aquí están los emparedados-murmuró mi padre-y en cuanto a ti,Elena,como sé que casi siempre te dan bajones de debilidad,te he traído unos bombones de chocolate negro y con leche,que son los que te gustan.
-Muchas gracias, papá-me levanté del sillón y cogí los bombones que me ofrecía,con su mano alargada,extendida hacia mi. Los cogí vacilando, vacilando por si el también quería. Pero recordé de que él era diabético. Me preguntaba qué hacían allí si él no podía tomarlos. Al final no vacilé y me senté en el mismo sitio.
-No sabía que te daban bajones de debilidad.-dijo Álex,con voz preocupada. Me daba la sensación de que alguna vez era cotilla,eso no se podía negar. Hoy le estaba conociendo a fondo,y me faltan muchos días para comprobarlo.
-La verdad es que sí-respondí,aunque no me había hecho ninguna pregunta, hice como si me la hubiera hecho.
-Mi madre me hace tomar café,aunque sigo pensando que soy muy joven para tomarlo. Con mucho azúcar,bañado.
-Pero ten en cuenta que es café con azúcar,no azúcar con café. Me dirás que es la propiedad conmutativa,pero,creo que tengo razón...sin ser maleducado
Álex estaba esperanzado con que tuviera razón,que la tenía,pero era como si él me conociera de toda la vida,yo le iba a decir lo de la propiedad conmutativa,a lo mejor mi padre le había hablado sobre mí,en lo buena que era en matemáticas,en lo único que se me daba bien cuando tenía 10 años,recuerdo que era la mejor de la clase (sin ser creída,no lo soy,ni me gustaría).
-Papá, ¿qué hora es? Me gustaría deshacer las maletas,lavarme los dientes,y acostarme,mañana empiezo un nuevo instituto,quiero estar preparada. Estoy muy cansada,en el viaje había una azafata insoportable....me ha molestado un poco.
-Son las nueve y media.-Ignorando mi ñultimo comentario de la azafata.
-Es un poco tarde. Papá,una pequeña pregunta,¿qué hacían todos esos bombones aquí,justo cuando eres diabético. ¿Me lo puedes explicar?
-Bueno,te lo prometo,por lo que más quieras que yo no he mirado,olido ni tomado esos bombones que están en tu estómago. No lo necesito,y me puede hacer mucho daño,puedo acabar en el hospital ingresado.
-Más vale. Bueno,buenas noches.






En el sueño, había dos bandas,:Una era la responsable,la que te hacía aprender,la seria,la prudente. Y la otra era la divertida,la graciosa,la imprudente,la que no sabía lo que hacía.
Las dos estaban separadas por una barrera,separadas en extremos. Podría formarse una gran batalla,depende de como pensaran.
Era un sueño real. No era abstracto, se podía tocar, sentir. Llenarte de adrenalina hasta explotar.
Era como si la batalla,hubiera dejado rastros de sangre,grumos,permanentes. Dejó a personas tiradas ante la hierba,sin vida,sin alma,sin nada. Yo ya estaba acostumbrada a cada juego,cada sueño,estaba acostumbrada a jugar con fuego,siempre llevaba una
quemadura,sin cicatrizar.
De repente,salió un ciervo de la nada,corriendo tan feliz como si le fuese la vida en ello. Un hombre de la batalla se incorporó patosamente. Tenía una escopeta,en la mano. La recargó,y mató al ciervo arrojándolo a la hierba,sin fuerzas.
Este sueño era real, viviente. Te enseñaba a que la muerte llegaba, formaba parte de la vida, fuera cual fuera la razón, iba a llegar la muerte,sin retroceder. No quedaba elección.  Algún día, quieras o no quieras, va a llegar tu hora.
En custión de segundos, el ciervo desapareció,pero aún estaba el charco de sangre roja,manchando todo. El hombre,tenía cara de depredador,de asesino,pero había algo en él que me resultaba familiar,como si le conociera,como si en algún momento hubiera tenido contacto con él. Ese hombre era...


Me desperté,no podía aguantar más. Demasiado peso,estaba sudando,eran las seis de la mañana,mejor era levantarse y activarse,no quería volver a vivir la misma experiencia.




En la cocina estaba mi padre,desayunando lo de siempre :Tostadas con mantequilla y mermelada de fresa sin azúcar.
-¿Has dormido bien?-me pregunta Ignacio- Te he oído chillar,has despertado a los vecinos,he recibido varias quejas,no es normal,tú,¿qué sueñas para que cada noche te despiertes gritando? No es normal,-repite-¿lo hacías en Nueva York? Tu madre no me ha avisado.
-Siento haberte despertado, papá. No era mi intención. Te acostumbrarás,aunque no quiero. Por cierto, al final, con la visita de la familia Harleschester, no me diste los regalos. -dije cambiando de tema, no me quería mosquear a estas horas de la mañana.
-Es verdad. El primer regalo eran ellos. Y el segundo está en el garaje.
-¡¿Me has comprado un coche?! Papá, no quiero que te gastes dinero.
-Tranquila, no me he gastado nada. El coche te lo han regalado la familia Harleschester. Javier no quería más ese coche. Le dije que tú necesitabas uno, porque te habías sacado el carnet, así que, ya le estás dando las gracias la próxima vez que los veas.
-Vale. Se les ven muy agradables.
-Elena, volviendo a lo de los sueños,-dijo como si no hubiera prestado la menor atención a mi último comentario-¿Qué sueñas para chillar, e incluso hablar? Decías cosas muy extrañas, como en otro idioma.
-¿Sí? No lo sé, no me acuerdo. En Nueva York también me pasaba. Sé,cosas,pero no me acuerdo-dije mintiendo,esperara que no se notara mucho,ya que no era “experta”.Esperaba no ponerme roja o rascarme las manos, o desviar la mirada para no mirar a los ojos: Todo eso eran indicios de que hay una mentirosa-Solo recuerdo que me levanté para ir al baño hace tres horas,o sea,a las tres de la mañana.
-Bueno, -dijo mi padre desviándose el tema- ¿Quieres desayunar?
-La verdad,nada. Un vaso de leche,por si a caso. No me apetece comer nada.
-No me parece bien. Con lo de la leucemia necesitas comer, reunir fuerzas. No es normal¿Quieres ir al médico?
-Vaya, papá, nada es normal en mí. Y, por contestarte, no,no quiero ir al médico. Ya tengo suficientes médicos pendientes de mí con lo de la leucemia. No pensarás que tengo anorexia, ¿verdad? Si lo piensas,es ridículo. Y en cuanto los gritos,tampoco necesito un psiquiatra o un psicólogo. Estoy perfectamente.
Justo lo que no quería: había conseguido enfadarme.
Fui al mueble de los vasos, cogí uno, lo llené de leche, y me senté junto a él.
-Cambiando de tema,-dije ,molesta.- ¿A qué hora se fueron Álex y Javier ? Por la noche, me levanté a beber agua y vi luz en el salón.
-Se fueron,tú te acostaste a las nueve y media, pues, calculando, ellos se fueron a las diez y media,  casi a las once . Un poco tarde.
-Si se marcharon tan tarde, ¿de qué hablabais? Sin ser maleducada.
-Hablábamos de ti y de Álex,a lo mejor tu, puedes ayudarle en el futuro, él no es bueno en matemáticas, resumido,no es buen estudiante.
-Yo tampoco es que sea una excelente alumna. Saco buenas notas, pero, lo que mejor se me da de verdad son las mates. Era de lo poco que sacaba dieces. Si te acuerdas, en el resto solo sacaba notables.  Por lo que te acabo de contar, creo que es suficiente como para comprender, que te quiero decir que no presumas de mí.
Mi padre terminó, se fue al fregadero, dejó su plato junto con mi vaso,con un poco de leche todavía.
Me fui a mi habitación, cojí la ropa interior para ducharme. Utilicé el champú de olor a eucalipto,era el que utilizaba desde que era pequeña. Una vez terminado,me puse lo primero que vi en el armario: una camiseta de manga larga y unos vaqueros oscuros. Me puse también unos botines por encima del vaquero pitillo. Peiné mi cabello rubio.  Mi madre siempre me había dicho que mi cabello,era envidiable: Rubio como los rayos del sol, un liso, pero con unas pocas ondulaciones. Recordando todos esos momentos con Andrea,salí por la puerta. Mi padre estaba duchando,por lo tanto le dejé una nota en la cocina:
Papá, me he ido al instituto,supongo que llegarás tarde a casa para cenar,por lo de la investigación. Por lo tanto, te haré la cena. Dime qué quieres. Un beso. Adiós. Elena. Buena Suerte.


Me marché despavorida al coche,quedaba media hora para que empezara la nueva etapa,quería que me sobrara tiempo, total,era la nueva,¿no?









Capítulo

III


LA NUEVA









Cuando me monté en el coche, (el que me habían regalado, que era un Seat, un poquito oxidado) tuve que sacar el mapa de mi mochila que me dio Andrea antes de marcharme. Se conocía muy bien la ciudad.
Hice la rotonda que ponía en el mapa,de 180º.
Una vez que llegué a mi destino,me quedé pasmada. El colegio,estaba vacío. No había ningún coche,creo que no vino al menos ningún profesor. me estaba muriendo de vergüenza. Se suponía que era la nueva,se suponía que tendría que llegar la última del colegio. Se suponía...era lo que normalmente pasaba en los colegios,ciudades normales...evidentemente este sitio no lo era. Pero bueno,era malo desanimarse,era bueno conocer cosas nuevas,por muy raras que fueran. ¿A quién no le gustaba lo raro? Siempre dándome ánimos,como si sirviera de mucho.
Aparqué en un sitio apartado de todos los que viniesen,no me apetecía que se burlaran con mi “nuevo” coche. (Aunque era más viejo que mi padre). Me saqué el cinturón y salí con la mochila de espalda con dignidad.  Creo que me la regalaron hace mucho. Esperaba. (Hablo de mi dignidad).
¿Qué había ocurrido? De repente,todo el aparcamiento estaba lleno de coches. A lo mejor antes que dije que no había nadie,a lo mejor,estaba delirando,no me lo explicaba. Esto si que es relamente raro.
En mi mochila,estaba mi bloc de dibujo,con los sueños que cada noche tenía, permanentes en ese cuaderno. Mis padres,siempre me decían,que dibujaba muy bien,pero Andrea insinuaba que nunca,pero nunca,dibujase un retrato de una persona real,solo un rostro imaginado,sino, eso quería decir que estabas desesperada,necesitabas dibujar para sanarte. A ella no le gustaba verme desesperada,sin fuerzas,por eso me lo decía. “Debes dejar fluir tu imaginación, puede llegar muy lejos,Elena,no te lo imaginas.” Me dijo mi madre,cuando apenas tenía nueve años,incapaz de comprenderla.
Todavía, sigo sin entenderla. El timbre del colegio sonó y todo el mundo se fue de su sitio,hablando por el camino,escuchando música... cuando llegué dentro,todo era diferente a como era en mi antiguo instituto. Éste era más vacío,más limpio.
-Tú debes de ser Elena Hidalgo,en las listas de estudiantes nuevos pone tu nombre. Creo que eres la única nueva. Soy Anna Rivas.
Anna era una chica más o menos de mi edad,no era de mi altura,seguramente mediría aproximadamente metro sesenta y cinco.  Ella era rubia cobriza,pelo ondulado,por los hombros. Ojos verdes oscuros. No era ni delgada ni gorda.
-Siento ser tan atrevida,me encanta la gente nueva,y sobre todo hacerme amiga de ella.
-No importa. ¿Dónde se encuentra la clase “C”?
-¡Qué coincidencia! Es la misma clase que voy yo,también van mis amigas,pero tranquila,ellas son menos atrevidas que yo. No te preocupes,son muy majas. Es una gran cioncidencia, -repite-que vayamos a la misma clase de matemáticas.

Volvió a sonar el timbre y me fui con Anna a la clase. Como ella misma decía,todas sus amigas estaban allí.
-Antes de que venga la profesora te voy a presentar a mis amigas. Chicas esta es Elena Hidalgo. Como muy bien habéis visto en las listas. Elena,ésta se llama Lucía Jáñez. Ella se llama Laura Del Olmo. La mediana es Loreto García. Y,la última,es Inés Ortega.
Lucía era rubia,con el pelo liso,de gran cantidad. Era un poco llenita. Poseía unos hermosos ojos verdes claros como la hierba a la luz del sol.
Laura era de pelo ondulado castaño claro. Era tan delgada que hasta se le veía de qué estaba hecha. Era bajita.. Tenía ojos marrones como la madera.
Loreto era mediana, pelo ondulado,castaño oscuro. Tenía unos dedos muy largos al igual que las uñas,casi perfectas,eran muy bonitas. Poseía unos ojos verdes mezclados con marrón claro,un contraste muy bonito..
E Inés,era la única que llevaba el pelo recogido con una cola de caballo, tendría que tener el pelo ,muy largo,que era también rubio como el de Lucía. Era normal de altitud. Medía seguramente metro setenta. Tenía unos ojos de color miel.
-Bueno,ya nos conocemos,¿no? Me voy antes de que venga Alicia. Te acostumbrarás a ella. Corre, que sino nos sentamos nos puede caer una gorda.
Nos sentamos en el penúltimo asiento de la segunda fila. Detrás de Laura y Lucía. Detrás de nosotras estaban dos chicos,que evidentemente no conocía de nada.
-Chicos,-dijo Anna como un poco mosqueada-haced el favor de no molestarnos en ninguna clase,no quiero que Alicia me castigue,que sé que me tiene manía desde que vine en 1º de la E.S.O. Elena,éstos dos son: El rubio es Felipe y el castaño es Pablo . Acostúmbrate a ellos,siempre están juntos. Y Elena, me he confundido,hay alguien que también es nuevo en este instituto. No me acuerdo de su nombre,pero lo que sí sé es que era un chico. Si mal lo recuerdo,creo que se llamaba...
De repente una señora con aspecto amargado se presentó en clase. Anna,con un susurro, me dijo:
-Esta señora que acaba de entrar es Alicia. Una pregunta,¿eres buena en matemáticas?
-Sí,soy muy buena, ¿por?
-Alicia cree que las mates son lo más importante que un alumno debe de saber. Tendrás suerte con ella,si sacabas sobresalientes...
-Bueno, era lo único en que sacaba sobresalientes en mi antiguo colegio. Lo demás notables.
-Buenos días chicos,como ya muy bien sabéis,me llamo Alicia,pero para los que son nuevos,-en ése mismo momento me miró a mí,a través de las gafas cuadradas-ya lo saben,¿están todos presentes?
-Sí,señorita Alicia.-Dijeron todos con agotamiento.
-No,no estáis todos. Falta alguien,ése sitio,está vacío,y a mí me dijeron que no sobraba ninguno.
Por la puerta,entró un chico,rubio,de ojos marrones,con una mochila de espalda.
-Señorito Juan Pedraza, en este instituto,se entra a una hora exacta,ni un minuto tarde,ni un minuto antes. Que te quede claro para la próxima vez. No quiero que vuelva a pasar. Encima eres nuevo.Mira ,ya que eres otro nuevo en la clase,ponte con Elena Hidalgo, ésa chica rubia que hay en el penúltimo asiento de la segunda fila.
Cuando Juan iba caminando para sentarse a mi lado,Anna saltó del sitio y le dijo a la señorita Alicia:
-Disculpe,señorita Alicia, resulta que hay un pequeño inconveniente, me siento al lado de Elena, y me parece un poco injusto que él se ponga con ella.
 -Mire,señorita Anna Rivas,ya ha conseguido sacarme de mis casillas. Aquí se hace lo que digo yo y punto final. Si yo digo que Juan Pedraza se sienta con Elena Hidalgo se sienta,¿qué te crees? ¿Que voy a hacer lo que una niñata de 16 años me diga lo que tengo y no tengo que hacer? Por la falta de respeto,señorita Rivas,la voy a poner sola,en una esquina de la clase, apartada,y ahora,te vas a poner detrás de los señoritos Felipe y Pablo a dar más de 50 saltos con palmada. No quiero que vuelva a faltarme el respeto, ¿quiere ir a la calle a buscar un trabajo? ¡¡Venga!! Seguramente que ni se atreve,es más vaga que mi marido cuando se pone delante del televisor,que ya es decir....¡¡¿A qué estás esperando?!!
A regañadientes,Anna se fue a una esquina a dar los saltos con palmada, mientras que Juan se sentaba a mi lado.
-Si es que tiene marido.-dijo Ana en un susurro que se podía podía oír.
-¿Qué ha dicho, Anna Rivas?
-He dicho que si haber si tiene marido... porque no creo que nadie se halla fijado en usted, sin ofender,aunque pretendo. Es una persona amargada,y porque su vida sea amargada,no tiene por qué amargársela a los demás. Puede que sea nuestra profesora,pero no posee derecho a tratarnos con tanta falta de respeto,tanto como a mí,como a Juan Pedraza y a Elena Hidalgo.
-Mire,señorita  Rivas,yo ya no puedo hacer más para que usted ponga atención en los estudios,no puedo hacer nada más. Hallá usted con lo del discursito que acaba de dar a toda la clase,me parece genial que tenga una forma de pensar,pero sin faltar el respeto. Eso explica que es una maleducada. ¿En su casa no le enseñan modales?
-Perdone, pero sí que me los enseñan, más de lo que te imaginas,y te falto el respeto como tú me lo faltas a mí. La verdad,los nuevos alumnos deben estar flipando.
-Chicos,vamos a ignorarla, será lo mejor. Venga,haber si podemos empezar con las matemáticas.
De repente hubo un timbre  y todos los alumnos salieron corriendo de la clase, incluida Anna. Cuando yo estaba sola por el pasillo, Juan Pedraza me llamó, con mucha urgencia.
-Perdona por molestarte,pero,¿eres tú Elena Hidalgo? Hija de Ignacio Hidalgo y de Andrea González? Me parece que mi misión ya está cumplida.
-¿Qué misión?-Pregunté atónita,¿de qué me estaba hablando? Cada vez alucinaba más.-No es por nada,pero, me tengo que ir. Juan,tengo mucha prisa, debo de preparar la comida,mi padre está haciendo una investigación,y va a llegar tarde.
-No me lo puedo creer,con que engañando a su hija¿eh? Se oculta demasiado bien. Una investigación. -diece de cachondeo-Tienes que venir corriendo conmigo, David está impaciente,quiere que te lleve ya, por el camino te voy a contar todo,todo lo que ha ocurrido todos estos últimos años,pero no en este mundo,en uno paralelo a éste. Te vas a asombrar de la familia que tienes... Venga,no hay tiempo que perder, nos vamos a ir en mi coche.





Cogiendo su coche,porque el mío era muy lento, me confesó algunas cosas que la verdad,la mayoría,no entendía,aunque,tenía reservadas algunas preguntas,para hacerle.(Por no decir muchas...)
-Vale, voy a empezar a confesar. Pero me tienes que prometer que vas a proteger mi identidad,si no, David me puede llevar al infierno,a las puertas del infierno. Te voy a contar desde que empezó todo este lío. Para empezar, mi auténtico nombre es Samuel Bloom. Digo que me llamo Juan Pedraza para proteger mi identidad, que ahora está en tus manos. David es la persona más importante que puede haber en  Bens, nuestro mundo. Tus padres, y otras familias,tenían que cumplir las Leyes que él ponía. Quien las incumpliese, iba al infier-
no,que es el cielo dividido en dos partes. Tus padres,Andrea e Ignacio, empezaron a tener una extraña relación,que todos sospechábamos. Pasó el tiempo,y al cabo de cuatro o cinco meses,Andrea permanecía embarazada,aunque su amiga,Carolina. Evalinge la cubría. Su primer hijo no fuiste tú,Elena,fue tu hermano Jorge, en ese caso,Andrea no tenía alternativa,tuvo que abandonar a tu hermano,pero le dolió mucho,sabía que iba hacer daño a algunas personas,como tu padre. Luego olvidado casi todo,quedó embarazada otra vez. Que esta vez,eras tú. En este contexto,se fue de Bens, y nadie a vuelto a saber nada de ella y de Ignacio. Desde que se fueron,todo,toda Bens,está hecho un caos. Ellos mantenían un montón de cosas,
que ahora permanecen inestables. La gente de allí cada vez muere más rápido, Bens puede desaparecer,éso sería lo peor que hubiera pasado en miles de años;hasta,de lo potente que puede ser la destrucción, afectaría a la Tierra, vuestro planeta. Desaparecería todo. En nuestro mundo se ha corrido la voz de que solo una persona puede salvar a ambos. David se ha enterado, y esa persona,eres tú. La misma hija de Ignacio González y de Andrea González. Andrea se fue de Bens porque no quería que conocieses ese mundo,para ella,era lo peor para un niño. Pero claro,para salvar a ambos,necesitas entrenamiento,todavía eres una simple chica adolescente de Nueva York. ¿Te has quedado impresionada?
Yo, atónita por lo que acababan de oír mis oídos,asentí,alucinada.
-Supongo,-dijo Samuel como si no hubiera dicho nada,-que tendrás muchas preguntas, en vez de a mi,se las preguntarás a David, él las sabe mejor que nadie. Quítate el cinturón,hemos llegado. Bienvenida a nuestra casa,por decirlo de una forma. Es la mayoría de tiempo que estamos aquí, hemos salido de Olympic. Si eres una de nosotros,tienes que explorar muchos sitios.
-Samuel, cuando conozca a David,¿le puedo preguntar lo que quiera, absolutamente todo? No me gustaría molestar.
-Escúchame, en la vida, David va a decir no a la hija de Andrea González. Es una de las personas más importantes del mundo, mejor dicho,de Bens. David va a tener todo el tiempo del mundo para ti. Te lo tengo más que asegurado.
Entramos dentro,era un sitio acogedor,pero a la vez era espacioso. Las ventanas eran redondas,con un cristal muy resistente. Había claraboyas en el techo. También había pasillos,muy largos, y oscuros.
Samuel era mi guía,nos dirigimos a la derecha,donde había unas puertas dobles de madera muy fina. Dentro permanecía un señor de pelo blanco,aparentaba  unos sesenta años. Donde Samuel y yo nos encontrábamos debería de ser una biblioteca, todo estaba rodeado de libros,de todos los tipos:Grandes,pequeños,gordos,finos...
-Verás que hay un señor, él no es Daivd- me dijo Samuel en un tono lúgubre, y muy bajito,tuve que aguzar el oído para poder escucharle- es su hermano gemelo, Gonzalo. intenta no confundirte con los dos. En algunas ocasiones te puedes dar una sorpresa muy grande por equivocarte.
Cuando entramos en la biblioteca,casi me caí por un maldito escalón que evidentemente no vi. No me caí porque Samuel me aferró con tanta fuerza que empecé a dar vueltas.
-Hay, me haces daño,-me quejé débilmente.- Estoy dando vueltas como una tonta.
-Huy, lo siento, no me había cuenta. Pesas como una pluma.
-Espero que sea un cumplido. Y yo no peso como una pluma. Yo estoy bien de peso. Que tú estés fuerte, no quiere decir nada.
-Tranquila, no es por ser intrépido,pero,¿cuánto pesas? Las chicas de tu edad suelen pesar más de lo que tú pesas aproximadamente.
-Creo que peso 60 Kg. Aunque me parece que he adelgazado. ¿59? no lo sé exactamente.
-Se nota, eres delgada. pero con unas piernas largas, que dejas babeando a cualquiera que pase a tu lado. Creo que tienes razón con respecto a lo que soy fuerte. Ahora que me fijo bien, no eres como una anoréxica como yo pensaba.
-¿A qué hemos venido? ¿A averiguar cosas de mis padres que nunca les ha apetecido contarme,o a averiguar cuánto peso? Quiero conocer a David, no a su hermano gemelo. Tengo prisa,te lo he dicho en el instituto. ¿Haces que escuchas?¿Haces el paripé? Me parece que no has puesto mucho de tu parte.
-Lo que me acabas de decir, rubiales,le va a encantar a David,así era tu madre, cuando permanecía aquí con nosotros. El mismo carácter. Eres igualita a ella,rubia,la misma nariz, y conservas los ojos de tu padre. Azules como lapislázuli.
-Samuel, me parece genial,maravilloso,que me digas metáforas,piropos,me encanta ,pero,te pido,por favor,que me lleves donde está David. Tengo apuro.
-Vale, ven conmigo.
Le seguí esta vez sin tropezarme. Ya era hora de que se callara. Primero por lo de ¿cuánto pesas?. La leucemia, me deja delgada, y encima casi nunca tengo apetito. Pero tampoco estoy en los huesos. Luego con lo de los piropos. ¿Le debería de preguntar si tenía novia? Sería muy atrevido,pero,coherente. Me decía piropos,a su “novia” no le haría mucha gracia. Cuando desperté de mi ensoñación,permanecíamos en la misma biblioteca, en un escritorio, bastante lejos de donde permanecía el hermano de David. Del bolsillo del pantalón de Samuel, él debió de sacar un móvil. Marcó un número y se lo llevó a la oreja, diciéndome a al vez:
-David debería de estar aquí mismo,he quedado con él. Suele ser puntual. Algo raro ha tenido que pasar. No me coge el móvil. Siempre lo coge. Ven vamos a preguntarle a su hermano.
Anduvimos hasta él, que, por arte de magia, había desaparecido. En ese momento, Samuel palideció.
-Elena,-me dijo casi sin fuerzas,con desánimo- algo ha pasado. En unos minutos su hermano estaba aquí. A lo mejor ha salido a otra parte,pero lo de David,eso sí que es raro. Nunca desaparece. Siempre es puntual y siempre coge el móvil. Sígueme, creo que Bens va a volver a destruirse. Esperemos,que Valentín no vuelva a las andadas de Bens,ni que tampoco que venga acompañado,por su hermana Paula, ella es mucho peor que él,no tiene nada de inofensiva. Esa chica, Paula Gómez Bou, hermana de Valentín,fue una de las responsables de la supuesta “casi” muerte de tu madre y evidentemente,de ti. Hay muchas cosas que todavía no te he contado,lo que te he contado en el coche,ha sido una pequeña parte, por no decir pequeñísima. Paula, es una depredadora,al igual que su hermano, por favor,que no vuelvan aquí,que no vuelvan. Todo lo que encuentran a su paso lo destrozan,sólo tocándolo. Aquí no estás segura,presiento que han ido a por todos,sin dejar a nadie. Para poder gobernar Bens.
Me volvió a coger la muñeca,incluso con mayor intensidad que antes Esta vez no me quejé. Teníamos prisa, más bien,él tenía prisa. Yo no podía ir con apuro,no sabía quién era Valentín y quién era Paula. Sólo me había dicho que eran unos depredadores,nada más. Si ahora los conocía, no sé qué me podría pasar. La verdad,no entendía el por qué mis padres,en todos estos años,no me hubiesen contado nada,puede que con 9,no, pero ya para cumplir 17... era antinatural,desde mi punto de vista.
Salimos de aquel sitio, una vez en la calle, miré la hora,todavía eran las tres menos cuarto, nunca comía hasta las tres y media. Nos metimos en su coche,yo sentándome en el asiento del copiloto, mirando a través del parabrisas. ¿A dónde nos dirigíamos?
-Samuel,-pregunté, en tono seco- ¿A dónde vamos? Recuerda que mi coche sigue en el instituto, solo. Tengo que ir a casa a comer, espero estar en casa antes de las seis de la tarde. No quiero que mi padre se pegue un susto.
-Tranquila, seguramente estarás en casa a las seis y cuarto.
-¡Samuel! No me gastes bromas,haz el favor,quiero estar en casa al menos a las cinco. Hoy no comeré,¿a dónde nos dirigimos?
-Vamos a ir a Washington otra vez,pero no a Olympic, vamos a ir a Port Angeles. Seguramente ellos dos habrán ido allí. Y si no,te enviaré a casa,se me acaba de ocurrir una idea. Ellos dos no sólo están buscando gobernar Bens y destruir todo. También quieren una mano derecha, que les ayude. No quieren a nadie de Bens. Esto no va a ser una adivinanza complicada. Desean a la hija de Andrea González y de Ignacio Hidalgo. Te quieren a ti. A tu hermano,no, porque,se cuenta,que está muerto,aunque puede que no sea verdad. Tú puedes salvar Bens, al igual que puedes destruirlo. Deja tu coche en el instituto. Ellos tienen muy buen olfato,te van a rastrear, van a llegar a tu coche,conserva tu aroma. Si ahora mismo te llevo a casa, mi coche,les puede llamar la atención,y seguirme. También pueden que vallan a por tu padre. Se aloja en el mismo sitio que tú,aunque sería muy extraño. Venga,vamos a emprender el viaje a Port Ángeles. En ese sitio, es donde se esconden.
Encendió el motor,y salimos despavoridos de aquel sitio, como huyendo,había algo que me llamaba la atención, ¿por qué Samuel,sabía tantas cosas sobre Valentín y Paula? Era algo muy extraño. Tal vez él escondía algún oscuro pasado del que siempre a intentado huir en secreto. Tal vez no quería que lo supiese,tal vez ese pasado me haría daño saberlo. Tal vez, él no decía quien era en realidad. Había muchas dudas, ninguna llegaba a una solución coherente. No sabía qué dirección tomar. Parecía una beleta.Era la duda en persona. Necesitaba una respuesta, una respuesta para poder ponerme en marcha, nadie podía estar relajado,ni siquiera una milésima de segundo. Yo requería una respuesta,para poder detener a Valentín.












CAPÍTULO

IV

EL ROBO










Cuando llegamos a Port Angeles, Samuel detenió el coche en una calle, sin salida, muy tétrica y oscura.
-Sal del coche,Elena, quédate quieta,yo voy a investigar una cosa. Si notas algo raro, te vuelves a meter,debajo de los asientos.-Miré cuando mencionó los asientos,preguntándome si yo cupiera.- Tranquila,cabes de sobra, ahí nadie se supone que te verá. Pero si alguien por alguna razón te ve,que no creo,te voy a dar un a especie de teléfono móvil,solo que no hace ningún ruido. Yo tengo otro aquí conmigo,sólo tienes que marcar al botón verde. Me dio un aparato móvil, como los normales, con tapa. Era gris, con una antena gruesa y delgada. Él salió del coche, abriendo el maletero con la llave. Le seguí a él,vacilando. Sacó una espada, larga y afilada. El pico terminaba en una cúspide como la de las pirámides.
La empuñadura era de metal. Sacó otro objeto,aún más que llamaba la atención. Era un collar con una piedra preciosa intrincada: El rubí. Ese collar,tan hermoso que era,cada vez se acercaba más a mí, y parecía que padecía una especie de poder mágico,lo presenciaba. -Este es el collar más famoso y poderoso de Ben's. Te lo voy a entregar,si me prometes,si me juras,que lo vas a cuidar. Lo he cogido sin permiso, David,evidentemente,no lo sabe,si lo supiera,me mataría con sus propias manos. También he cogido prestada la espada,llamada pluvis. Es un nombre raro,te acostumbrarás a los nombres,ya que posees poderes incluso mas poderosos e importantes que esta espada y este collar. Te lo vas a poner. Con tu poder y el de él,seríais invencibles,al menos inténtalo. Que nada ni nadie lo toque,ni siquiera que lo mire,padece unos poderes que pueden dañar a los humanos. A ti,no te daña,evidentemente. Procedes de nuestra raza. Me lo tendió,alargué la mano,para poder cogerlo. Era pesado,pero no imposible de coger. En cuanto me lo puse, miré a los ojos de Samuel. Me di cuenta,desde que le vi por primera vez,de que,era,irrevocablemente hermoso. Esos ojos marrones, apasionantes, el cabello dorado, más claros que sus ojos. Las largas pestañas. De repente, me di cuenta,de que, nos mirábamos mutuamente. Desvié la mirada,seguramente ya estaba sonrojada. Teníamos los ojos muy distintos: Yo,azules como el mar, en una tormenta. Y los de él, como la madera de un árbol. Eran preciosos. -Samuel, me gustaría saber,¿ cuál es mi poder? No paras de hablar de él,y, no sé de qué me hablas.
-Vale. Tu poder, es único. Es maravilloso. Es... es una lástima de que no te lo hayan comentado. Una verdadera lástima. Tu poder,es,aparte del que tienes,que tu belleza interior y exterior llegue al fondo de los demás. Que les afecte. Te conozco más de lo que te imaginas. Cuando naciste, era muy amigo de tus padres, y cuando te vi, recién nacida, parecías un ángel que hubiese caído del cielo. Tan pálida. Tan hermosa. Esos ojos azules oscuros tan grandes. Impactabas a la gente.- Estaba lo bastante cerca de él como para notar su aliento,cálido.- Impactabas a la gente como lo heces ahora. Bueno, tu poder es... so muchos. Y muy especiales. El más importante que posees es el de seducir a la gente. Sólo con mirarla y hablarle, ya la has seducido. Va a servir de mucha ayuda. No te muevas de aquí. Si te pasa algo,no podré perdonármelo. Se fue con bastante prisa,como si se hubiera arrepentido de todas las cosas tan bonitas que me había dicho. Ningún chico en la vida me había hablado de aquella forma. Visualicé detenidamente el “móvil” que me había dado. Lo abrí,esperando una pantallita en la que se ve de qué operador eres,pero nada. La pantalla estaba en negro, sin nada. No había números, sólo un botón verde. Se notaba de que Samuel no confiaba en que yo fuese muy inteligente. Si me conociera... dejé de pensar en mis cosas, oí un ruido,una pisada,un chasquido. Miré, no había nadie. Aunque fueran las tres y media de la tarde, la calle oscura en la que permanecía sola,era oscura y tétrica. Como muy bien había dicho Samuel, me podía meter bajo los asientos, si notaba algo raro, normalmente, yo no oía nada. Me metí en el coche, cerrando la puerta con mucha suavidad y con mucho silencio. Me ovillé para poder entrar debajo del asiento. Él tenía razón. Cabía de sobra. Estaba un poco encajonada entre el asiento de delante y en el que tenía en mi espalda, pero prefería estar incómoda a permanecer sola afuera. Volvió a sonar la pisada,con más intensidad que antes. ¿Debería llamar a Samuel? Él dijo que si notaba algo raro le llamaría,pero... Pronosticar si había alguien o algo hay fuera,resultaba un poco difícil. Salí del coche,haciéndome la valiente,aunque,los que se hacían los valientes,resultaban ser los más acobardados. Y los más acobardados,los valientes. No había tiempo que perder. Cerré la puerta,dando un portazo. Si alguien andaba ahí,se podría asustar por el portazo. Empecé a caminar hacia delante,evidentemente porque atrás no había nada más que una pared. Una pared negra y con grafitis. Caminé vacilando, con cautela. Ya no sonó ningún ruido. Sino que, empecé a ver formas. Sombras. Movimientos. Me acerqué aun más, llena de curiosidad. Alcé la mano,para notar si tocaba algo,y alguien me cogió la mano tirando de todo mi cuerpo.
Caí al suelo,y me di en la cabeza un golpe, me desplomé por la tierra.




Mi madre siempre ha estado preocupada por mí; desde que era pequeña,padezco leucemia,desgraciadamente no hemos encontrado ningún remedio. Mi padre diabético,yo con leucemia y bajones de debilidad. Al principio,(cuando tenía 8 años,era bastante pequeña) mis padres pensaban que eran bajones de azúcar, (creían que era diabética), luego lo era mi padre. Es inútil pensar que algún día no me moriré. Está más que claro. Cuando abrí los ojos todavía estaba un poco inconsciente,permanecía tirada como un muñeco en el suelo duro de piedra. Eran adoquines. Me llevé la mano a la garganta,y el collar que me había dado Samuel no estaba. Busqué en mis bolsillos,y tampoco estaba el “móvil”. Alcé las manos a la cabeza, las aparté, mis manos estaban rojas. De sangre. Mi cabeza estaba chorreando de un líquido rojo. Sangre. Intenté levantarme pero no podía. Por favor- pensé- por favor,otro bajón de debilidad no. Caí contra la pared que me sujetaba y me caí,sin fuerzas en mi interior. Ya no se sabía si era un simple desmayo, o la muerte de verdad.












-¿Elena?
-¿Elena?
-¿Estás bien?-por el tono de preocupación y la mano que me daba tortas suavemente en la mejilla,sabía sin duda que era Samuel.
-Respóndeme, por favor. ¿Por qué te he dejado sola, por qué no te he llevado conmigo? Soy un gilipollas. Me encantaría responder,pero no podía. Abrí los ojos,vi todo dándome vueltas. -Tengo que llevarte a un hospital. Estás sangrando. ¿Alguien te ha hecho algo? Si alguien te ha toado un pelo... hice un gesto con la mano como para que parase, de hablar tanto,necesitaba silencio. Él pareció entenderlo, paró d hablar. Me cogió en brazos,esperando que no fuese una carga. Me montó en el asiento del copiloto, asegurándose de que estaba totalmente cómoda. Cuando de aseguró, cerró la puerta suavemente, y se montó en su asiento. Encendió el motor,y ,con prisa,pisó el acelerador, perdiéndose en la noche.




Cuando llegamos al hospital,en la puerta principal ponía:Por favor,les rogamos que no hagan mucho ruido,por el bien de los demás guarde asiento en la sala de espera. Gracias. Hospital 8 de octubre. No había casi gente,pero la verdad no me extrañaba. Eran las siete de la tarde,mi padre me iba a matar. Con suerte podría poner la excusa de que fui a la biblioteca a estudiar para el examen de biología del viernes. Aunque era un poquito tarde para llegar a casa,pero la verdad la biblioteca quedaba un poco lejos de la misma. Cuando Samuel habló con la recepcionista, pidiendo una habitación urgentemente para mí, me di cuenta, ahora que le veía pausadamente, que tenía la misma cicatriz que yo en la muñeca. ¡Qué raro! Se volvió hacia mí,y como vio que no paraba de mirarle la muñeca,se tapó con la manga de la camiseta.
-Ahora mismo te darán una habitación,mientras me ha dicho la recepcionista que nos podemos ir a la sala de espera. Dicen que las revistas son muy buenas.-Rió sin ganas- Vamos, ahora mismo te la darán.

La sala de estar,era muy tranquila,solo había un par de personas. Y estaban a lo suyo.
Como muy bien había dicho la recepcionista,había muchas revistas,pero a mí no me apetecía leer. Me apetecía estar con Samuel. -Samuel,¿qué hora es? Mi padre me va a matar.
-Son las seis y media,ha pasado mucho rato,en poco tiempo,mira lo que ha pasado. Hoy me gustaría que me presentaras a tu padre, me gustaría conocerlo.
-Pero Samuel, ya le conoces, no sé si él te conoce a ti,pero tu le conoces mejor que él mismo. ¿Para qué lo necesitas?
-Lo necesito porque...porque...
-Por favor,-dijo una enfermera que había entrado por la puerta- que la señorita Andrea Hidalgo entre en su habitación.
-Vamos.-Le miré con cara de incredulidad-¿Qué?,hay que hacer caso. Además con el aspecto que tienes. Estás pálida como la pared-dijo mientras salíamos por la puerta,con la enfermera guiándonos por delante- ¿Te encentras bien?
-Yo estoy como una rosa,no hay nada mejor. Y en cuanto lo de mi cara,yo siempre estoy pálida,y cuando me sonrojo,parece que me he echado colorete. Y odio el maquillaje.
-No te sienta nada mal estar sin maquillaje, ni aunque hayas dormido mal,aunque bueno... eso no sé decirte nada... Le entendí perfectamente,él decía que cuando tuviera ojeras,de no haber dormido bien, me echara maquillaje, como que le iba a hacer mucho caso. Sin pensarlo, alcé la mano convertida en un puño,y le di un puñetazo. Nada más hacerlo me arrepentí. -Oye,- dijo Samuel- eso duele,se nota que estás como una rosa. Dijo sarcásticamente. Yo,le hice una mueca de superioridad.
Cuando llegamos a la habitación, me alzó en vilo,-era muy fuerte- y me depositó en en la cama que permanecía inmóvil.
-Samuel, me aburro, no me hace falta ningún medico.
-¿No te has dado cuenta,de que este no es un hospital normal? ¿ no te has dado cuenta de que no hay nadie?Este hospital no es para gente normal,como tú.
-Entonces,¿cómo es que estoy aquí? No tiene lógica.
-Tú que eres tan buena en matemáticas deberías saber que sí la tiene. Te he enviado a un hospital de gente inmortal,son los mejores. Habrás leído en un cartel que ponía que guardemos silencio,-yo me limité a asentir- esa es la impresión que causa a los humanos. Una visión diferente. Para gente inmortal ponía lo siguiente:
Este es un hospital de gente inmortal,aunque,también atendamos a gente humana. Nadie que trabaje aquí es humano. Hospital 8 de octubre. Gracias por venir” Eso es lo que ponía.
-Yo también he visto “8 de octubre.” Y soy humana. ¿O no es así?
-Te tengo que contar más cosas de lo que crees. No sabes nada. No sabes nada de los Nefilim, de los vampiros,hombres lobo, no sabes nada,aunque claro,te lo voy a tener que contar para salvar Ben's.
-Oye, ¿Ben's existe? No he oído hablar de ella por ninguna parte,es evidente. Pero,Samuel, ya que soy parte, me tiene que sonar,digas lo que digas.
-Pues mira, te voy a poner un ejemplo,que,con lo lista que eres,lo vas a entender al vuelo. Si no existiera Ben's, ni tú,ni tu familia, hubierais existido jamás.
Confiaba en Samuel,y le creía. Yo no era nadie como para ponerle en evidencia. Vino una enfermera, -morena,muy guapa- con un pulsó metro,a mí nunca me gustaba que me cogieran el pulso.
-Vamos a ver cómo tienes el pulso. Me acaban de decir que te has dado un golpe,no pasa nada, además,viendo que eres una persona de verdad,un humano, no va haber complicaciones. Me llamo Lucía,y te voy a marcar el pulso.
Fue ágilmente hacia la cama, se sentó en el borde, y empezó a buscar. Mientras yo pensaba en todas las cosas que habían sucedido desde que me vine por una temporada a vivir con mi padre: Había ido por primera vez a un instituto de La Avenida de Florida en Washington, el instituto Gallaudet. Había hecho muchas amigas,que no suele ser normal en mí,ya que en el otro colegio no tenía muchas,por no decir ninguna. Desde el primer día,había conocido a un chico, llamado Samuel,que,aunque nunca lo mencione, ni nunca lo mencionará,tiene un secreto escondido tan dentro de él,que cuesta manejarlo,pero él no sabe que yo lo estoy descubriendo. Me había dado un golpe en la cabeza, sigo perdiendo mucha sangre,con lo cual,el cáncer que padezco en la sangre,cada vez se está volviendo más y más resistente. Pero había que aceptarlo. Me preguntaba que,si Samuel sabía tanto sobre mi familia,a lo mejor sabía lo de mi enfermedad. Aunque no lo creía. Pero de alguna manera había que comprobarlo.
-Bueno,-dijo Lucía- yo creo que estás perfectamente, solo te pido que tomes reposo estos días. Procura tampoco pensar mucho, puede causarte jaquecas muy fuertes, te lo digo por experiencia, solo te aconsejo eso. Ah,y, beber mucha agua,ya que eres humana,tampoco te vendría mal,una pregunta,¿padeces alguna enfermedad? No soy experta, pero como no soy humana,tengo visiones,y a ti,precisamente, he notado algo raro. ¿Qué padeces?
Era una pregunta fácil,ya que lo he sabido desde los ocho años, pero era difícil contestarle.
-Padezco,... padezco,leu...-se me quebró la voz.

-Leucemia,¿verdad?-dijo Lucía con mucha dulzura- No pasa nada, nadie es perfecto.
Te lo aseguro. Bueno,-dijo levantándose de la cama, tenía los ojos llorosos, como si fuera a ponerse a llorar,aunque claro,era imposible.- tengo que atender a otras personas,están impacientes. Venga, les acompaño.
Cuando yo ya intentaba levantarme,Samuel me ayudó,sin parar de mirarme a los ojos.
Empezó a hacerse un poco embarazoso,aunque no me desagradaba. Había una nota un poco triste en aquéllos ojos marrones. Yo desvié la mirada,no lo soportaba. Si él quería algo,que me lo dijese, no pensaba tragarme mi orgullo. Ni mucho menos.




Cuando estuvimos en el coche, estaba helado, se había hecho muy tarde. Mi padre me iba a matar. No sabía qué excusa ponerle. La de la biblioteca, no iba a funcionar porque hacía como unas cuantas horas,como tres,que la biblioteca había cerrado.
Durante el trayecto de coche, nadie dijo nada, ni una sola palabra. Me sentía mareada, con náuseas, pero no podía vomitar en el coche de Samuel,y mucho menos si él estaba delante,para ver el espectáculo. Me negaba. Él parecía enfadado,¿qué habré hecho yo? No había dicho nada, ni había hecho nada.


Cuando llegamos a casa,nos despedimos, las luces de la cocina estaban encendidas.
Mi padre estaría enfurecido. Nadie sabía lo que me esperaba.
Entré en la casa,sin hacer mucho ruido, aunque era absurdo.
En efecto.
Mi padre estaba de pie,de brazos cruzados,en la sala de estar.
Parecía bastante enfadado.
-¿Me puedes explicar por qué te ha dado por venir a tales horas?
No sabía qué contestar, y le expliqué una bola con mucho cuidado, si me descubría...
-Fui a la biblioteca, con una amiga, Ana Rivas, creo que ,le caigo bien, y nos fuimos allí,ya que necesitábamos un poco de silencio. Nos aburríamos y elegimos ir a dar un paseo,porque,nuestra profesora de matemáticas es muy estricta,y la semana que viene nos va a hacer un examen oral. De ahí fuimos a un parque, nos tumbamos en la hierba, charlamos, y, aquí estoy. Se nos ha pasado el tiempo volando.
-Elena Hidalgo González. Aquí se cena a una hora, a no ser que tengamos invitados,como ayer. Se viene a una hora. Me parece genial que hayas quedado con una amiga, que la hayas hecho, pero por lo menos me podrías haber avisado de que ibas a llegar tarde. No me esperaba esto de ti. Está claro que estás cambiando. Y mucho.
-Papá,sólo ha sido un día, y porque se me ha pasado el tiempo volando. No te llamé porque no sabía ni qué hora era, hasta que me he dado cuenta.
-Vale,vale. Pero que no vuelva a pasar, ¿de acuerdo?
-De acuerdo. Ahora me gustaría ir a mi habitación. ¿A qué hora vamos a cenar?
-Yo te aviso. No te preocupes.
Apresuradamente, subí las escaleras, y me dirigí a mi habitación.



Una vez allí, cerré la puerta,casi de un portazo. Menos mal que mi padre se había tragado la bola. Aunque no estaba muy convencida. Pero,mi madre siempre me decía,que,-cuando no se hubieron separado-las mentiras,las bolas,siempre a papá. Nunca a ella. Porque siempre me iba a pillar. Nunca lo comprendí,ya que tenía sólo
ocho años,y este año iba a cumplir diecisiete.
Me estaba preguntando si hoy podría ver a Samuel,pero sería imposible por varias razones: Primera: mi padre no me deja salir de aquí salvo para ir al colegio. No lo ha dicho, pero lo he captado. Me lo ha insinuado.
Segunda: Samuel seguramente sigue enfadado conmigo,¿qué habré hecho que le enoje tanto? Esa pregunta rondaba por mi cabeza todo el tiempo, sin parar.
Todavía no me quedaba nada claro.
Tercera: Si mi madre se entera, por algún casual, de lo que ha pasado,si que me castiga de por vida. Mucho más si se entera del golpe en la cabeza y lo de el “hospital”. Me mataría.
A ella siempre le ha gustado que me relacione con la gente, sobretodo con los de mi sexo opuesto, pero sin exceso de confianza. Por aquél motivo los compañeros de mi clase me llamaban “marimacho”. No les hacía ni caso. Siempre he tenido más amigos que amigas. Y nunca me he arrepentido. Me he divertido mucho con ellos.
Siempre que jugaba al fútbol en el equipo de alguno ganaban, porque era bastante buena metiendo y parando goles. Y era tan menuda, que me colaba por los huecos que los chicos más grandes hacían. No era muy difícil. Ya que nadie me pillaba.

Me duché,por segunda vez,ya que me sentía abrumada y necesitaba agua caliente,
y por la cabeza fría. Eso hacía que mi pelo rubio ondulado estuviera más limpio.
Me puse un pijama nuevo,de manga corta y pantalones cortos. Tenía calor,y eso
que estaba a punto de que llegara el invierno. No tenía muchas ganas. Ya que estaba acostumbrada a pasarlas junto a mi madre. Y su nuevo marido. Me acoplé a él, es muy majo, haría a mi madre muy feliz, porque sabía cómo hacerlo. Cosa que mi padre no. Aunque no lo culpo. Si pasó aquéllo,fue porque tenía que pasar. No hay otra razón. Me senté en el escritorio, encendí internet y el ordenador.
No sabía muy bien qué buscar, no se me ocurría nada. ¡Lo sabía! Iba a buscar sobre mis padres, por si salían. También sobre Ben's, no saldría, pero no se tardaba nada en intentarlo.
Puse: Ignacio González García.
Habría muchos como él, pero a lo mejor destacaba algo en particular... no lo sabía.
Le di a buscar. Oh,no podía ser, se había estropeado el ordenador, no me daba señal, e internet estaba encendido, a lo mejor le había dado a un botoncito rojo que hay debajo del ordenador... no,la lucecita del botón estaba encendida. ¿Qué había pasado? Hasta ahora, mi ordenador había permanecido impecable, no me lo explicaba. Y yo que tenía tantas preguntas y sin respuesta... nadie me contestaba, todo el mundo ignoraba mis preguntas, sobretodo Samuel, pero lo tenía claro: Él no me decía tales cosas porque le preocupaba mi seguridad,no era por hablar, se le veía que yo le importaba,y mucho. Tanto como para ir a un hospital de criaturas sobrenaturales,
y haberme “curado”. Entre comillas porque la leucemia,seguía,y seguía, sin parar ni un sólo segundo. Estaba destrozando mi vida, pero yo iba a luchar, hasta dejarme las uñas y dientes,dejarme la piel. La gente me decía, en el pasado, cuando tenía como trece años, que por qué lo intentaba tanto. Que no valdría la pena, pero hacían uso de razón, y no la tenían, por mucho que hablasen. Yo confiaba en mis intuiciones,y nadie,nadie,iba a cambiar eso. Nada ni nadie. Perder la esperanza no sirve de nada, te lleva a un camino solitario, sin ninguna luz a la que aferrarse, sin ningún sueño a el que creer. Hay gente que ha vivido eso,y yo he estado en la primera fila de esas personas. Hubo una vez,en que perdí la esperanza, lo deje de intentar,porque me sentía agotada de intentarlo. Nosotros,no sabemos lo que es estar agotado, no lo sabemos,y nunca lo sabremos. No tenemos la experiencia,ni nunca la tendremos. Nunca nos agotamos, hay un punto en que, dices, ¡Hala, a tomar por saco!, no sabemos ni lo que decimos. Hablamos sin pensar. Es hablar por hablar, nada puede cambiar, por mucho que queramos.
-Elena,a cenar, es muy tarde.
MI padre me había sacado de mi ensimismamiento. La verdad,siendo honesta,me alegraba. Cuando caía en trance, nadie me podía sacar, ni echándome agua helada por la cabeza. Si no volvía. Cuando caía en trance, veía cosas del otro mundo,de la otra dimensión,
y a veces era un poco desagradable. No sabías lo que ese día en trance te podías encontrar. Era impredecible. Normalmente yo decía cosas que no tenían sentido,cuando volvía, como,el año que viene no volverás. ¿Qué quería decir eso? Pensé mientras bajaba las escaleras de dos en dos. O cosas como, tu alma gemela, tu alma brillante,tu alma caminante, hará cosas deslumbrantes, no lo sabes. Todo eso sucedía cuando,cómo no,entraba en trance. No me gustaba mucho mi don, pero era aprovechable. Cuando llegué a la cocina, mi padre estaba sentado, de brazos cruzados, parecía enfadado. ¡Dios mío! Era una gafe. Experta en enfurruñar a dos personas en la misma noche. Tampoco lo explicaba. No pensaba cortarme un pelo en decirle mis sentimientos de estupefacción a mi padre. ¿A qué venían esas caras?
No me lo merecía. Ni por parte de Samuel,ni por parte de mi padre. Se lo iba a decir.
Me senté, y él empezó a comer. Como una fiera. Eso sí,utilizando cuchillo y tenedor. Sin duda. MI padre seguía con el ceño fruncido, no lo soportaba más, y exploté.
-Papá,¡¿te pasa algo conmigo?! Llevas con esa cara toda la noche, yo ya no aguanto más. O me lo dices, o me lo dices. Papá,siento ser brusca contigo, no lo soporto,pero no me dejas elección. Cualquiera te aguantaría con esa cara. Mírate al espejo.
Ignacio me miraba incrédulo,¿qué se había pensado? ¿Que no tenía carácter? ¿Sólo porque me esté muriendo? No era una buena razón, era ridícula y malsonante.
-Elena, ¿no te das cuenta? Estoy así, no porque hayas venido tarde, eso lo comprendo, tienes ya 16 años,te faltan dos años años más para ser mayor de edad, pero compréndeme.-No entendía nada de lo que estaba diciendo- Es muy difícil saber para un padre que tu hija se va a hacer mayor, y,-dijo, en un susurro, que casi no se podía escuchar,tuve que aguzar el oído- sabiendo que pronto no te voy a volver a ver. Me duele que te estés muriendo. No sabes lo que me afecta.
-Papá, -en ese momento,yo no tenía nada de comprensión ni de reflexión. No era el contexto.- no eres el que más está sufriendo. ¿T e crees que yo no estoy sufriendo?¿Te crees que no me deprimo al instante en que me dicen que no hay remedio? La leucemia es permanente. Ya sé que me moriré, pero, a lo mejor no por la leucemia. Nadie sabe el destino. Pero,lo que no voy a hacer,como muchas otras chicas,que lo harían,es perder la esperanza. Que esta maldita enfermedad me destruya. Que destruya la pirámide que he tardado en construir más de 15 años. No lo voy a permitir. Ni por encima de mi cadáver. Ponte en mi lugar, papá. Ten empatía. Atrévete. No sabes bien por lo que tengo que pasar. Cada día. Nadie lo sabe.
Ahora me había percatado de que no había probado ni un bocado de nada. No tenía nada de hambre. Las puertas de mi estómago no se abrían. Estaba notando,que la mitad de mi cuerpo no la sentía. Eso era muy mala señal. Quería decir que estaba a punto de entrar en trance, por favor, que no fuese delante de mi padre, nadie sabía mi secreto. Sólo mi corazón. Me di cuenta de mi poder a los doce años. Lo descubrí cuando no estaba en mi habitación, sino, en un lugar irrevocablemente distinto.
Al ver que mi padre no me contestaba, me levanté, sin probar ni un bocado de nada. Me iba a ir a mi habitación, cuando de repente, supe que no era una advertencia de que iba a entrar en trance, sino, que, era una advertencia de que me iba a desmayar,pero seguí adelante. M e tropecé con un escalón de la escalera, y me di en toda la cabeza. Y no volví a ver el rostro de mi padre,sino, el rostro de mis sueños.


1 comentario:

  1. Muy culo!! espero k sigas escribiendo!!!!!!!!!! k casualidad, la protagonista del libro se llama como tu, es el mismo horoscopo k tu (se ve en la pagina de personajes) y le gusta el voleybol, muy original

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La chispa de la vida

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Dicen que lo bueno se hace esperar. Creo que lo bueno se hace esperar -¿Por qué lo crees?-¿No es fácil de adivinar?:Hastardado más de 16 años en venir a mi vida...

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